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CONSTRUYENDO HOGARES
Como todos los años y ante cada convocatoria solidaria,
el segundo fin de semana de noviembre, Tatiana Elías Otrera representó
nuevamente a Amaro & Amaro
Engineering Solutions en el programa
Un Techo para mi país, organizado por la ONG TECHO. En la oportunidad colaboró con empleados de la empresa CNH Industrial, en la construcción de
viviendas para familias del Gran Córdoba y nos acercó un testimonio que ilustra
la complejidad del trabajo que solidariamente construye un mundo con menos
pobreza. No se trata de una entrevista personal y específica del momento, lo
que sigue es el sentimiento compartido entre quienes construyen no solo techos
sino redes de solidaridad a lo largo de la vida.
Si te toca un terreno fácil, el viernes avanzas muy
rápido y seguro llegas a presentar el piso. Si tenés alguien súper genial con
el serrucho y el martillo, el sábado es una papa. Aunque también el clima tiene
mucho que ver, si un día llueve todo se vuelve más complicado. Y hay que pensar
en el camión, el día que descargamos tenemos que dedicarle tiempo…
Entonces, cuál es el día más difícil de la construcción?
El sábado con el techo? El viernes con los pilotes?
Después de buscarle la vuelta se llega a la conclusión
que el día más difícil en una construcción es el lunes. Si, el lunes, cuando se
vuelve a la rutina del estudio, el trabajo, los amigos, la familia, la cama, la
ducha.
En la construcción las cartas están sobre la mesa. Hay una
situación de injusticia y precariedad evidente. Al lado, palas, martillos,
maderas. La ecuación es clara, el resultado tangible: un grupo de voluntarios
construye junto a una familia un módulo habitacional que soluciona en parte un
gran problema de hábitat urgente.
Lo imposible se vuelve posible. Es más, casi todo parece
posible. Sentimos que caminamos hacia la utopía, que aunque se sigue alejando,
lo hace más lento que antes. Lo estamos haciendo, estamos trabajando la
injusticia de una manera concreta.
Pero cuando empezamos la semana y no queremos ser
hipócritas ni incoherentes, las cosas se vuelven más complicadas. Qué hacemos
cuando las herramientas no son tan claras? Cuando no tenemos palas, martillos,
sino papeles, computadoras, micrófonos, números, bisturies? Cuando los que
tenemos al lado no son otros locos sucios que te prestan sus guantes o te ceban
mates?
Es cuando la vida real es más real porque te golpea en tu
terreno conocido y ahí es cuando tenemos que ser coherentes y actuar en
consecuencia. Poner nuestras ideas, nuestras manos, pero sobre todo, nuestro
corazón al servicio de todo lo que hacemos. No ser cómplices de la injusticia
por comodidad. No hacernos los ciegos ni los sordos por la calle.